Cuando el Amor Enseña a Leer

Faisal es un niño de 9 años que solía pasar los días sentado en silencio en una esquina del parque. No iba al colegio ni tampoco hablaba con muchas personas. Esto es debido a que Faisal tiene autismo y en Tayikistán las familias creen que no vale la pena enseñarle a alguien con alguna discapacidad. Por eso Samira, la madre de Faisal, decidió trabajar en un quiosco en vez de ayudarlo. 

Un día, Marisa se encontró con Faisal en el parque. Ella apenas estaba aprendiendo a hablar el idioma local, pero intentaba, con mucho esfuerzo, comunicarse con las pocas palabras que tenía. Faisal la observó por un rato en silencio confundido y luego comenzó a sonreír al verla esforzarse tanto en formar oraciones. Cuando llego Samira le comento a Marisa que su hijo tenía una discapacidad de aprendizaje. Después de ese encuentro, Marisa sintió que quería darle un regalo, así que le compró una pelota de fútbol y le preguntó a su madre si podía llevarlo al parque a jugar. La madre de Faisal aceptó encantada, y así, las tardes de juego se convirtieron también en momentos donde Marisa le enseñaba lo que ella misma estaba aprendiendo en sus clases de idioma. Ella iba todas las semanas para dedicarle tiempo a enseñarle a Faisal mientras su madre observaba. Faisal empezó a progresar y Samira vio que podía aprender. Después de un tiempo, ella decidió involucrarse en su enseñanza y hoy en día Faisal sabe leer y escribir!

Gracias a la ayuda de Marisa, hubo varias oportunidades donde pudo compartir el Evangelio con la familia de Faisal. Samira abrió su corazón por ver como Marisa amaba a su hijo y se esforzaba para ayudarlo sin recibir nada a cambio. Hace un año que Marisa les cuenta historias de la Biblia y ella es la primera persona que les ha hablado de Jesús y como transformo su vida.

Marisa nunca imaginó que su simple intento de hablar otro idioma terminaría en una amistad que cambiaría una familia entera.


¿Y si lo poco que tienes —tu tiempo, tu historia, tu esfuerzo— es justo lo que Dios quiere usar?
Lo ordinario se vuelve eterno cuando es entregado a Jesús.

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