Vivir Ramadám como cristiana

Una historia contada por una hija de misioneros de Reflejo:

 

Un día, un amigo de mis padres nos trajo jamón de un mercado extranjero. Cuando lo llevé a mi escuela en mi lonchera, sabía que no debía compartirlo con mis compañeros porque no era halal (permitido por la ley islámica). Mientras que nosotros celebrábamos Año Nuevo a fines de diciembre, mis compañeros celebraban Nowruz (el Año Nuevo persa) a fines de marzo.

 

A pesar de todas estas diferencias, la más grande de todas era cuando nadie traía comida a la escuela durante un mes entero, excepto mis compañeros extranjeros. Esto se llama Ramadán, un mes islámico en el que las personas comen antes de que salga el sol, ayunan durante el día y vuelven a comer cuando el sol baja. No solo se trataba de un ayuno con comida, sino cualquier tipo de bebida. 

 

La campana del almuerzo sonaba y yo salía a comer a un lugar apartado donde no pudieran verme, porque quería respetar a mis compañeros. Sabía que muchos tenían hambre y sed. Algunos ayunaban solo porque no querían que alguien más pensara que no eran buenos musulmanes o porque les enseñaron que así se sentirían cerca de Dios y obtendrían recompensas espirituales. No se hablaba de ello, pero muchos niños se escondían en las letrinas, baños del Medio Oriente, para comer o beber algo. Creo que la vergüenza venía de que otro musulmán lo supiera. Si nadie los veía, no había pasado.

 

Las oficinas y las tiendas cerraban después del mediodía porque todos estaban exhaustos. Las personas oraban mucho más deseando sentirse cerca de Dios, pero todas las oraciones de los musulmanes son recitadas y se basan en el Corán, lo cual está escrito en árabe. Me sorprendí mucho cuando le pregunté a mi mamá cómo sabían lo que estaban diciendo y ella me dijo que no lo sabían, la mayoría de la gente no lee ni habla árabe.

 

Me pareció triste ver como necesitaban demostrar que eran lo suficientemente devotos para ganarse una recompensa espiritual, cuando todo lo que tenía que hacer yo a los 11 años era alzar mis ojos al cielo. Yo le contaba a Dios cómo me sentía y sabía que Él estaba allí, que se preocupaba por mí y me escuchaba.   

 

Durante este tiempo, los musulmanes buscan desesperadamente a Dios, pero no reciben respuesta. Te invito a que junto oremos para que Jesús se revele a los musulmanes durante estos días y para que los musulmanes en todas partes del mundo descubran al único y VERDADERO Dios, aquel que ya les ha perdonado por sus pecados.

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